Una mirada practica
Como protector
Es una emoción natural y necesaria. Nos avisa de los peligros reales, nos ayuda a reaccionar rápido y a mantenernos a salvo. En este sentido, es como un amigo fiel que vela por nuestra seguridad.
Cuando nos limita
El problema aparece cuando el miedo no solo nos protege, sino que empieza a cegarnos. A veces, para que no miremos dentro, el miedo tapa partes de nuestra vida. Levanta un muro y nos impide ver lo que ocurre en nuestro interior.
Detrás de ese muro, muchas veces hay emociones que en su día fueron demasiado intensas o dolorosas, y el miedo las esconde como medida de protección.
Respuestas grabadas en la infancia
Cada persona responde al miedo de manera distinta.
-
Algunos aprendimos a defendernos con fuerza.
-
Otros eligieron la sumisión, adaptándose para sobrevivir.
-
Hay quienes reaccionan con huida, alejándose de lo que duele.
-
Y también está el bloqueo, quedarse paralizados para no sufrir más.
Son respuestas que en la infancia funcionaron y que el subconsciente guarda como “recetas automáticas”. El problema es que, de adultos, esas mismas respuestas pueden limitarnos.
Lo que aporta el yoga
El yoga nos ofrece un espacio seguro para mirar sin juicio lo que ocurre en nuestro interior. El objetivo no es eliminar el miedo, eso sería imposible y tampoco tendría sentido, es aprender a verlo de otra manera, para que deje de ser un muro y vuelva a ser un mensajero.
Conclusión
El miedo puede ser una alerta útil o una barrera invisible. A través de las técnicas de yoga, podemos equilibrar nuestras emociones y transformar nuestra relación con el miedo. En cada práctica, el yoga nos recuerda que no estamos rotos, que el miedo no nos define, y que siempre podemos volver al presente para caminar con más ligereza.